"Un patio de conventillo,
un italiano encargao,
un yoyega retobao,
una percanta, un vivillo,
un chamuyo, una pasión,
choque, celos, discusión,
desafío, puñalada,
aspamento, disparada,
auxilio, cana... telón."
Carlos Mauricio Pacheco, como dijimos, es uno de los cultores más afinados del género. El Don Pietro de Los disfrazados, precursor de ciertos tipos del grotesco discepoleano, testimonia la desesperanza de la inmigración frustrada y encallada en el patio del conventillo.
"Don Andrés, Don Pietro, Vecina y el Chico
"ANDRES.- (A don Piétro que entra, siempre silencioso.) Oiga, don Pietro, ¿por qué anda asi tan abatido?
"PIETRO. - (Con energía. Mirando hacia su pieza.) E mire, don André ...
Osté me parece mecor que los otro...
Míreme bien. Haga er favor ¿Yo soy in zonzo, eh? Mire come me tratan la quente... Osté lo sabe, mi mo quier é mala, é mala como*una fiera, e me engaña co otro hombre, e sa ríe, sa ríen los dos, sa ríen perque yo soy un stúpido. Todos sa ríen e me miran co´l desprecio perque yo no grido, perque yo miro l?humo siempre, siempre así... E soy in povero disgraziato que no tengo fuerza per gridar come un leone, ¿sabe? E mordere con toda la rabia que tengo ...
"ANDRES. - Yó le daría un consejo de amigo ...
"PIETRO. - E diga, diga ...
"ANDRES. - Bueno, pues ... Usted debería de abandonar todo esto, a esta mujer y a esta gente, que se burla de usted. ¿Por qué no se va de aquí? Usted es fuerte para trabajar y para olvidar...
"PIETRO. - ¡Ma e? que non puedo .... don André! ... E que non puedo ne trabacar ne vivir perque tengo cá dentro la tormenta ... Osté vería, allá in l´imigraciún, cuando que vénimo del mío paese ... Entonces sí, era l´idea del trabaco e de la fortuna. E yo tenía la fuerza pe mové la tierra... ¡Ma, entonce no la había conucido, no me había stropiao así, il corazón, non había per me questa dolore! ... ¡Ahora non vargo ¡n pito! ¡Non siento mase come ante la volontá! ¡Soy lo?stúpido ... ella sa ríe, sa ríen los dos ... e yo tengo oco e non veo, e tengo la mano e non puedo! ... ¡A vece siento in frío grande, me pongo a tembrá con la rabia ... e quiero la vendetta! Ma la veo, e su voz, é su cara ... ¡Non poedo, non sé, don Andró, non sé qué hay cá drento, se l´odio o l´amore! ... ¡Non sé, non sé!... (Honda emoción.)
"ANDRES. - (Aparte.) ¡Pobre hombre! Vea, don Pietro, ¿sabe lo que vamos a hacer? Vamos a pasear ... ¡qué diablo! Hoy el mundo se divierte, vamos a disfrazarnos de hombres felices ... la felicidad es el disfraz de la pena ... Vamos a tomar unas copas. Venga.
"PIETRO. - Non tomo. La bebita me pone loco...
ANDRES. - Venga amigo. (Llevándolo.) Vamos a disfrazarnos bebiendo. Yo también tengo mi dolor viejo y lo disfrazo. El mundo es un carnaval... Verá. (Saliendo.) Verá qué careta de risa..."
Florencio Sánchez también se dejó seducir por el tema de la casa de inquilinato en El coventillo, pieza estrenada en el Teatro Marconi el 22 de junio de 1906, con música del maestro Payá.
Al día siguiente el cronista de La Nación comentaba:
"Es esta una obra sin mayores pretensiones. El autor sólo ha querido reproducir algunas escenas de la vida abigarrada del conventillo suburbano, y realiza su objeto adecuadamente. Los breves cuadros que nos presenta . El conventillo son variados, ágiles, y le ofrecen al autor la ocasión de trazar, como él sabe hacerlo, algunos tipos de verdadero carácter".
La pieza gustó, y Florencio tuvo que salir varias veces al proscenio a recibir los aplausos del público.