Dama misteriosa como pocas, aparece y desaparece a su antojo. No hay quien se resista a sus «desencantos»: grandes y chicos por igual caen rendidos a sus pies. Es de esas señoritas que «traen dolores de cabeza». Con ella no hay pañuelo que alcance. No se trata de Mata Hari ni de Marylin Monroe, es nada menos que la Gripe...